La Navidad está a la vuelta de la esquina. Y si bien desearíamos tener a unos hermosos Minions que nos ayuden a montar el árbol de Navidad y toda la decoración de la temporada, sí podemos traer su alegría y su entusiasmo a nuestra vida real.
Desde Mi villano favorito (2010), los Minions nos han dado mucha diversión… y también grandes lecciones de vida. A través de su forma peculiar de trabajar –llena de juegos y risas contagiosas–, estos pequeños seres amarillos nos han demostrado lo importante que es el trabajo en equipo y que, como bien dice el dicho, la unión hace la fuerza. Para ellos no existen imposibles; y ya sea que cuenten con el apoyo de algún invento del doctor Nefario o la complicidad de la tierna Agnes, los Minions logran todas aquellas tareas que les sean asignadas… o en las que se involucren sin siquiera desearlo.
Aun sin entender del todo lo que dicen, estos pequeños e intensos súbditos de Gru, nos han hablado de lo que ocurre cuando uno hace las cosas con el entusiasmo de Otto, con la inteligencia de Kevin, las habilidades de Stuart o con la lealtad y admiración que todos estos seres de piel amarilla y overoles de mezclilla tienen por su jefe/villano predilecto.
Con los Minions, hemos descubierto que no hay mejor aventura que aquella que se emprende con pasión y alegría. A veces en tu camino se cruzarán personajes malévolos como Belle Bottom; otros que no te permitirán hacer lo que quieres, como el señor Pietraserón; o incluso aquellos que te exigirán mucho, como la madre de Gru. Sin embargo, uno debe hacer las cosas como lo hagan más feliz y cuyo esfuerzo traiga siempre una buena recompensa… como una deliciosa banana, un pequeño oso de peluche o hasta una curiosa roca con ojos bailarines.