Si creías que Yara es solo un paisaje impresionante sin más, piénsalo dos veces. El corazón del país late al ritmo de una cultura en continua evolución, una cultura profundamente arraigada en la historia y la geografía únicas de la isla. Para adentrarnos más en los atractivos de la isla, conozcamos a unos cuantos amigos yaranos, para compartir con ellos su pasión por la cultura única del lugar:
1 – FRANCISCO, EL PADRE DEL DOMINÓ.
Este juego, mucho más que un deporte nacional, cuenta con una tradición muy antigua. Los conquistadores españoles trajeron consigo a Yara los primeros dominós, y solían jugar durante las calurosas tardes de la isla. Francisco Muñoz es el jugador de dominó más viejo de Yara, pero estamos aquí para hablar de su hermano. Javier Muñoz se labró una gran reputación jugando sin piedad, una reputación que llegó a las más altas instancias de la isla.
2 – AGUSTÍN Y ELENA, CAZADORES Y AMANTES.
Mientras acechan entre la hierba alta, el sol les calienta las caras. Como ves, en Yara la caza es un tema familiar. Agustín nos lleva hasta lo alto de la colina, donde la belleza de Noventarmas se muestra espléndida ante nosotros, como en un cuadro: “Yara tiene una variedad de vida salvaje impresionante. ¡Nunca sabes lo que vas a encontrarte!”
3 – MATEO Y SEBASTIÁN, JÓVENES PESCADORES CON EXPERIENCIA
El ingenio de los yaranos es legendario. Esto vale para cualquier aspecto de la vida, incluyendo una técnica de pesca nada común: ¡la pesca con condón! Mateo y Sebastián, dos chicos de Aguas Lindas, nos descubren este revolucionario método: “Usamos los condones como bollas, porque aguantan mucho y son fáciles de ver. Soplas, pones algo de cebo, ¡y ya está! Nuestros flotadores caseros pueden llevar los sedales a aguas más profundas, en las que hay pargos, sábalos y hasta barracudas.”
CONCLUSIÓN
La cultura yarana es el resultado de una danza centenaria entre tradición y modernidad. Hay partes de nuestra cultura que vienen directamente del siglo XVI, mientras que otras se acercan a las tendencias más avanzadas del siglo XXI.
